LA VIOLENCIA EN CHILE

LA VIOLENCIA EN CHILE

Patricio González

Marzo 2022

El anticomunismo ha sido la tónica en el último tiempo en el país, especialmente desde octubre de 2019. El leitmotiv ha sido la “violencia” que aparentemente ejercen los comunistas con esta sacrosanta “democracia”. En efecto, desde el estallido social de 2019, el gobierno piñerista, parlamentarios oficialistas, y también algunos de la oposición, con la complicidad de la inmensa mayoría de los medios masivos de comunicación, han implementado una fuerte campaña comunicacional, demonizando al movimiento social y calificándolo de delincuencial, intentando desprestigiarlo y permitir así una mayor represión en contra de esas manifestaciones, situación muy similar a la permanente campaña comunicacional implementada por la dictadura cívico-militar de los años 70 y 80 contra el movimiento de resistencia. Esta campaña ha estado también dirigida contra la Convención Constitucional, sus miembros y a priori contra la futura nueva Constitución.

Han dicho y reiterado innumerable cantidad de veces que los comunistas, que “dirigen” esos movimientos sociales, la Convención, las manifestaciones contra el sistema, etc., buscan echar abajo la “democracia” reinante en nuestro país. Ahora bien, ¿qué entienden estos sectores por democracia?.

Para clarificar el sentido de esa palabra, vayamos a la antigüedad. Se puede definir democracia como el nombre que se le daba, en la antigua Grecia (siglo VI a.C.) al sistema político que reinaba en la época en la ciudad-estado Atenas .

Ahora bien, si vamos a lo semántico, democracia (del latín, tardío, democratĭa, y éste del griego δημοκρατία dēmokratía) es, según la Real Academia Española (RAE), un “Sistema político en el cual la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce directamente o por medio de representantes”.1

Se dice también que la democracia es una sociedad ajustada al “estado de derecho”, etc., etc.

Lo concreto es que, en política, el concepto “democracia” no puede ser visto o usado en forma abstracta, sin considerar los aspectos específicos determinantes de un período de tiempo. Es decir, sin considerar la etapa del desarrollo social en cuestión.

En la antigua Atena o Roma había una democracia, la que se caracterizaba por un capa social dominante donde, entre sus pares, había igualdad de derechos, pero que se sustentaba en la tenencia de esclavos, los cuales no tenían derecho alguno. Por ende, la “democracia” no existía para ellos. Sin ir muy atrás en el tiempo, la derecha chilena (civil y uniformada) consideraba democracia el régimen dictatorial de Pinochet. Estos mismos sectores consideran actualmente a EEUU como un ejemplo de democracia, ejemplo que habría que imitar.

Por otra parte, el término “violencia” se puede definir como “el uso intencional de la fuerza física, amenazas contra uno mismo, otra persona, un grupo o una comunidad que tiene como consecuencia o es muy probable que tenga como consecuencia un traumatismo, daños psicológicos, problemas de desarrollo o la muerte.”2

Seguramente deben haber varias otras definiciones de ese término, hoy en día de gran actualidad en Chile. Si se contextualiza desde un punto de vista social, este término expresa una serie de hechos, que ya surgen algunos milenios atrás.

Como se ha señalado, en las sociedades antiguas, desde antes de nuestra era, el término Democracia reflejaba la igualdad de derechos de los miembros de la clase o capa dirigente, en desmedro de los otros habitantes.

Es válido desde el sistema político democrático en las antiguas polis griegas, como también en Roma y otras civilizaciones contemporáneas a éstas. Sin embargo, los esclavos, los siervos de la gleba, la capas de la población que no eran parte de las capas privilegiadas, en la práctica no tenían derecho alguno.

En otras palabras, el desarrollo de la sociedad dividida en clases antagónicas, que ha sido la tónica hasta nuestros días, existía democracia para la clase dirigentes, no así para las otras clase y capas de la población, llámese esta la sociedad esclavista, feudal o capitalista.

Ahora bien, ¿de donde surge la violencia?. En lo teórico, ésta nace del desarrollo de la sociedad con el surgimiento de clases sociales antagónicas, que expresan las relaciones de producción establecidas en cada momento. Esas relaciones de producción determinan la superestructura política, sin perjuicio que esta última incida en la base económica.

De acuerdo a Kenly Jiménez, Profesora de la Escuela de Trabajo Social, Universidad de Costa Rica, “Si no se tiene en cuenta el contenido social y el contenido de clases de los acontecimientos, es imposible orientarse correctamente en la interpretación de los diversos fenómenos”3. Poco más adelante, continúa la citada académica: “La comprensión científica de la naturaleza de las clases permite analizar profundamente las relaciones reales de los hombres dentro de la sociedad, definir el luchar de cada clase en la vida social, así como su esencia, sus objetivos, sus intereses reales. Es una guía segura en la lucha por la transformación de la sociedad”.4

En El Manifiesto Comunista se señala “La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases.

Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases en pugna.”5

Por su parte, Marx, en su carta a Weydemeyer, del 5 de marzo de 1852, escribe “…Por lo que a mí se refiere, no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya el desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatomía económica de éstas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases…”6

En El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado, Engels dice: “Los intereses más viles -la baja codicia, la brutal avidez por los goces, la sórdida avaricia, el robo egoísta de la propiedad común- inauguran la nueva sociedad civilizada, la sociedad de clases; los medios más vergonzosos -el robo, la violencia, la perfidia, la traición-, minan a la antigua sociedad de las gens, sociedad sin clases, y la conducen a su perdición. Y la misma nueva sociedad, a través de los dos mil quinientos años de su existencia, no ha sido nunca más que el desarrollo de una ínfima minoría a expensas de una inmensa mayoría de explotados y oprimidos; y esto es hoy más que nunca.”7

En el informe al Pleno de Agosto de 1977, del PC de Chile, se señala: “todo Estado que existe en una sociedad dividida en clases antagónicas es una forma de dictadura. Dicho en otros términos, en tal tipo de sociedad el Estado no está por encima de las clases”8.

Por su parte, la profesora Iris Laureiro Ramírez, de la Universidad “Martha Abreu”, de Villa Clara, Cuba, señala: “La problemática de la violencia cobra actualidad en este mundo de principios de siglo, en el cual las grandes potencias imponen desde su poder por la fuerza de las armas su cultura. Siendo la violencia al decir de algunos autores el primer problema que enfrentará la humanidad en el siglo XXI, poniendo a la orden del día la necesidad de una cultura de paz.”9

A continuación la mencionada académica cita la Ideología Alemana, obra conjunta de Marx y Engels, donde ellos consideran la violencia como medio de lucha de los obreros contra la burguesía, como fuerza motriz de la historia, Engels se pregunta: “¿Dónde reside precisamente lo primario de la propia violencia? Reside en el poder económico, en la posibilidad de disponer de los recursos de poder de la gran industria.”10

Lenin, en su obra El Estado y la Revolución, escribe “El Estado es producto y manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase. El Estado surge en el sitio, en el momento y en el grado en que las contradicciones de clase no pueden, objetivamente, conciliarse.”11

El Estado capitalista, que rige el modo capitalista de producción, se manifiesta de diversas formas en su superestructura política: república (presidencial, parlamentarista, unitaria, federalista, entre otras), diversas formas de dictadura, monarquías, etc., lo que se expresa en diversos regímenes de gobierno. En ese contexto, se rigen por las llamadas Constituciones Políticas.

Si bien es cierto que ya en la antigüedad hay atisbo de este concepto, hace solo unos mil años atrás que se conocen textos más generales (Inglaterra 1215 y otros reinos de la época), pero recién con las revoluciones burguesas y la irrupción del capitalismo toma el cariz actual. En ellas se establece el llamado “estado de derecho” con la llamada división de poderes (Ejecutivo, Legislativo, Judicial). Su único fin es establecer un cuerpo de leyes jurídicas bajo el marco de la Constitución, con el cual se garantizan algunos derechos de las personas y se establece un marco de funcionamiento, el que debiese ser teóricamente respetado por todos, alcanzando así una “democracia”, la que en última instancia está al servicio de la clase dominante en desmedro de la clase oprimida. Entonces, reiterando, la Constitución Política debe entenderse como la ley jurídica madre, la “Carta Magna”, impuesta por la clase dominante, donde, bajo su manto, se legislan diversos cuerpos de leyes, que regulan variados aspectos de la sociedad.

Por tanto, en una sociedad dividida en clases, como es nuestra sociedad capitalista, cualquiera sea la Constitución Política, ésta tiene como principal objetivo mantener el status quo, es decir, garantizar la explotación de la clase explotada por parte de la clase dominante. Sin perjuicio de lo anterior, ésta podrá tener algunos ribetes más represivos o más “democráticos”, dependiendo de la correlación de fuerzas, del estado de ánimo y grado de combatividad de las masas, etc., pero nunca perderá su carácter de clase.

Ese grado de libertades estará también en directa relación con el tipo de gobierno que se establezca. No debemos olvidar que la actual Constitución, que rige en nuestro país, fue dictada bajo la dictadura más sangrienta y brutal que se haya dado en Chile, férrea defensora del modelo económico neoliberal y del gran empresariado, la cual todavía se mantiene vigente en sus elementos más esenciales (los llamados “candados”), los que debiesen ser erradicados en una nueva constitución.

En el caso específico de nuestro país, la violencia tiene su origen ya con la llegada de los españoles al actual territorio llamado Chile (como en todos los otros países, iberoamericanos) hace ya más de 500 años, en la colonización a la cual sometieron a los Pueblos Originarios, en el extermino físico de varios etnias a través de las matanzas que aplicaron, en la llegada de capitales extranjeros una vez alcanzada la Independencia, con la consiguiente explotación de los trabajadores en todo el territorio nacional, con horribles masacres, como la de la Escuela Santa María en Iquique (1907), en varias Oficinas Salitreras, diversas masacres de trabajadores en Valparaíso y Santiago, en la Matanza de Ranquil en Lonquimay (1934) y en otros pueblos y ciudades del sur del país, etc.

Quizás la mayor violencia de clases se vivió desde el 11 de septiembre de 1973 y años siguientes, con la instauración de la más horrible y sangrienta dictadura cívico-militar en nuestro país, que partió con el bombardeo del palacio La Moneda y la muerte del Presidente Allende, el asesinato de miles de chilenos, violación sistemática y prolongada de los DDHH, con la instalación de un perverso modelo económico, como el neoliberalismo, y la exacerbación de la explotación sobre la clase y capas sociales explotadas, lo que se manifiesta, entre muchos otros, en los problemas de la salud, pensiones, educación, vivienda, tal como se expresa en las demandas sociales hechas por los manifestantes, los cuales han sido reprimido con una violencia exorbitante por parte de las fuerzas armadas y policiales, ante lo cual se ha respondido con diversas formas de protestas, como marchas, barricadas y autodefensa. Por lo mismo, se puede afirmar que también es una muestra exacerbada de violencia las profundas desigualdades en el acceso a diversos bienes y servicios por gran parte de la población, como el acceso a la salud, a una buena educación, a la vivienda, a pensiones dignas, etc., muy común hoy en nuestro país, lo que fue un elemento más que gatilló el Estallido Social de 2019.

En esas manifestaciones del Estallido Social y meses siguientes ha habido situaciones delictuales aisladas, como incendios, saqueos, destrozos, etc. Habría que preguntarse cuántos de estos hechos son atribuibles al lumpen y delincuentes comunes y cuantos otros a infiltrados en el movimiento social, como ha quedado demostrado en la comuna de Providencia, donde funcionarios municipales denunciaron haberse infiltrado en la primera línea, obedeciendo a órdenes de la Alcaldía, como lo señalaron en su oportunidad.

Desde el llamado “estallido social” del 18 de octubre, la apreciación valórica de la movilización social ha ido cambiando en nuestro país, especialmente entre las autoridades del gobierno piñerista y parlamentarios de derecha y algunos de centro.

No debemos olvidar que el 20 de octubre de 2019, el Presidente Piñera declaraba: “estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie, que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite, incluso cuando significa pérdidas de vidas humanas, que está dispuesto a quemar nuestros hospitales, nuestras estaciones del Metro, nuestros supermercados»12. El día anterior ya había declarado Zona de Emergencia para Santiago y horas más tarde se dictó toque de queda, medida que no se implementaba desde tiempos de la dictadura pinochetista. Cínica y paradojalmente, el 22 de octubre de 2019, el Presidente pedía perdón por la grave situación vivida en el país y reconocía la falta para ver las condiciones que vive el país. Señaló: «hemos escuchado la voz de la gente de quienes han manifestado sus dolores y esperanzas». Expresó que «la clase humilde es quien ha sufrido las mayores consecuencias de la emergencia», y pidió trabajar en conjunto con todas las fuerzas políticas. Agregó más adelante: «Es verdad que los problemas se acumulaban desde hace décadas. Los distintos Gobiernos no fueron ni fuimos capaces de reconocer esta situación de inequidad y abuso en toda su magnitud. Reconozco esta falta de visión y pido perdón a mis compatriotas»13.

Sin embargo, posteriormente ha vuelto de tildar de delincuentes a quienes se manifiestan en las calles por un país más justo y equitativo. Tanto de parte del gobierno, como de dirigentes de los partidos político de derecha, de empresarios y los medios de comunicación de masas, totalmente en sus manos, se han dedicado a catalogar al movimiento social como una expresión de delincuentes y vándalos, que han aplicado niveles de violencia exacerbados, que lo único que buscan es resquebrajar la paz social y llevar al país al caos.

Por otra parte, de acuerdo a El Mostrador (6 de febrero de 2020)14, el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) entregó nuevos datos sobre la cantidad de personas a nivel nacional que ha sido golpeada por agentes del Estado desde el 18 de octubre pasado. Reveló la cifra de 869 golpizas y de 717 víctimas, de las cuales, 155 son mujeres. En la zona central, la RM han ocurrido 142 de estos ataques. Después viene Valparaíso con 61, el Maule con 44 y de O’Higgins con 31

En zona norte, la Región de Coquimbo registra 135 golpizas, después Antofagasta con 47 y Tarapacá con37. En la zona sur, Bio Bío registra 174 golpizas, en Los Ríos se registran 58, 31 en Aysén 31 y 30 en La Araucanía 30. Rodrigo Bustos, jefe jurídico del INDH acotó que estos no han sido casos aislados ni excepcionales, estamos hablando de una práctica que se ha repetido muchas veces en los últimos 100 días.

Benito Baranda, en entrevista del 5 de febrero 2020 a Cooperativa15, señala que “la raíz principal de la violencia es el abandono del Estado con algunos territorios”. Agregó que “ningún Gobierno se ha hecho responsable de trabajar con la gran cantidad de niños y jóvenes abandonados socialmente”. Añadió que hay una gran cantidad de estos niños y jóvenes, «sobre los cuales no han existido políticas».

A estas alturas, es incuestionable que el actual estado de violencia surge intrínsecamente del golpe de estado de 1973, de la imposición de la espuria Constitución de 1980 y del modelo económico impuesto, por lo cual hace necesario generar una nueva Constitución que, a lo menos, establezca algunas garantías mínimas, en un marco más democrático, que recoja las grandes y más sentidas demandas de la población.

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