Miercoles 06 de Diciembre del 2023

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El congreso de la comedia

El congreso de la comedia

Por Manuel Guerrero Antequera

Hace años, el filósofo rumano Emile Cioran escribió, con su característica
lucidez, la siguiente sentencia: "Paradoja trágica de la libertad: los
mediocres, que son los únicos que hacen posible su ejercicio, no saben
garantizar su duración". Cuánta verdad indican estas palabras, sobre todo
cuando somos testigos ingratamente privilegiados del grado de alienación al
que son capaces de llegar nuestros honorables parlamentarios. Para mayor
desgracia, todos democráticamente electos por nuestro pueblo que asiste con
disciplina cívica ejemplar, en cuanta elección existe, a depositar su voto.
Porque si al menos fueran designados, vitalicios, impuestos, de modo que el
verlos actuar resultara menos doloroso, no atribuible a responsabilidades
propias. No, están ahí porque el pueblo así lo ha escogido. Las
instituciones funcionan.

Y es que como no pensar en Cioran luego del fútil baile de máscaras que nos
ofrecieron los Honorables durante la sesión, transmitida en vivo, en que la
Ministra de Educación, Yasna Provoste, fue removida de su cargo por el
Senado, a través de la pomposa orquestación de una acusación constitucional
en su contra, por notable abandono de deberes presentada por la Cámara de
Diputados, a propósito de desórdenes administrativos detectados en la
cartera de educación, que es una forma elegante de tipificar actos de
corrupción.

Para aprobar la acusación los senadores en sus intervenciones exponían sus
argumentos con tan exagerada solemnidad que harían palidecer al propio foro
romano. Como envuelto en una toga de eternidad, el senador Fernando Flores
remarcó: "estamos haciendo historia", y dejó caer la espada de Damocles de
su voto sobre la cervical de la Ministra, apoyando, una vez más, una
operación de derecha. Sí, Flores, el mismo senador que fuese elegido con
votos de la Concertación. Por esta conducta otro Honorable le espetó en la
cara ante los micrófonos excitados de las radios que cubrían el evento:
"¡Traidor!". Los medios, le consultaron al agredido su opinión por el
epíteto recibido. Con la tranquilidad y parsimonia de una ballena en alta
mar, el senador Flores respondió que él había dado la pelea junto a Allende,
que por ello estuvo tres años preso en dictadura, en consecuencia goza de
suficiente libertad de conciencia para votar por lo que fuera sin ser
considerado traidor.

En la Grecia clásica a los guerreros que cumplían su misión con excelencia y
valentía se los consideraba poseedores de la areté. Solo los mejores eran
dignos de estas virtudes, y ellas se expresaban en el combate, cunado
mostraban templanza y sentido de justicia. Me pregunto si Allende
consideraría que el antes soldado Flores goza de areté. Porque se trata del
Ministro más joven de su Gobierno, como le gusta mencionar ad nauseaum al
actual senador, algo de cariño le habrá tenido. Ha de ser una forma especial
de virtud, de la que realmente muy pocos gozan, el hacer alianzas con
quienes te llevaron a prisión y exterminaron a tu generación, y no solo para
apoyarlos en sus necias bravuconadas que realizan de tanto en tanto para
demostrar que aún sin tener los votos ciudadanos dominan igual -ayer
boinazos, hoy acusaciones constitucionales, fallos del Tribunal
Constitucional-, sino también presentar proyectos de ley para otorgar
beneficios carcelarios a los pocos violadores a los derechos humanos que
están en prisión. ¿Eso es hacer historia, abrir mundos, senador Flores?

Pero el festín agónico lamentablemente da para más. Porque estos dos meses
fueron condimentados con exposiciones públicas de la profesión de la fe
religiosa como móvil para hacer frente a la acusación constitucional,
práctica que en toda Iglesia, excepto tal vez la Evangélica, forma parte de
la intimidad de las personas, sino también el asumir la posición del
martirilogio anunciado. El realismo mágico de García Márquez quedó pequeño
con su Crónica de Una Muerte Anunciada, porque al menos ahí el crimen era
pasional, en revancha por el honor herido. Aquí todos sabían que caería la
Ministra, partidarios y detractores. ¿Acaso no era evitable tal carnicería
mediática? ¿O, como somos un país de héroes que se suicidan, no resultaba
tan desafortunado dejar morir cívicamente a una funcionaria, sin renunciar y
sin pedir la renuncia, como estrategia política frente a la operación
desalojo, como derrota política pero victoria moral? ¿No da para más la
creatividad de la clase política?

Y resulta insólito escuchar, por boca del Presidente del Partido Socialista,
cuyo lote interno se llama Nueva Izquierda, defender principios portalianos
del sistema presidencialista chileno. En los años ochenta varios autores
decretaron la muerte de las izquierdas y las derechas, como una
manifestación más de la condición postmoderna, pero no creo que hayan tenido
a mano un ejemplo más ilustrativo de lo que querían comunicar que observar a
un líder socialista invocar a su favor, el ideario del Ministro del Interior
más conservador y autoritario, además de vulgar y matonesco, que ha conocido
la historia republicana de Chile, como Diego Portales. No por nada el
dictador Pinochet rebautizó el edificio de la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre Comercio y Desarrollo, UNCTAD, con el del comerciante que llegó
a Ministro, y fue responsable de numerosos fusilamientos y destierros de
opositores. Si esta es la Nueva Izquierda, parece preferible la vieja, que
al menos buscaba el socialismo con empanada y vino tinto, y no consolidar y
perpetuar un sistema político que imita a las monarquías medievales.

¿Qué tal si se acusan constitucionalmente todos y abren espacio durante los
cinco años que no podrán ejercer cargos públicos a nuevas generaciones que,
seguramente con menos pompa y medallas de héroes antiguos, ejercerán sus
funciones con un mayor nivel de competencias técnicas, y la dignidad simple
de estar en política para servir al otro? Que vengan los de la revolución
pingüina, los que no tienen culpas ni deudas por saldar, ni cheques por
cobrar, solo voluntad de cambio real. Otro rumano, Eugenio Ionesco nos mira
desde el oriente eterno, y toma notas para su próxima obra póstuma del
teatro del absurdo.

http://manuelguerrero.blogspot.com
 

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