Patricio González Economista
Octubre 2021
En el año 1981 empezó su funcionamiento un nuevo sistema privado de pensiones enChile: el Sistema de Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), de acuerdo al DL3.500. Como todas las decisiones gubernamentales de esa época, especialmente las que afectaban a los sectores modestos de la sociedad, ésta fue concebida e implementada sin participación alguna de sus directos involucrados: los imponentes, es decir, los trabajadores. En su esencia y generación, este sistema es antidemocrático. Además, privilegia el individualismo y egoísmo, quitándole todo aspecto de solidaridad a la previsión y, más lamentable aún, le priva de su razón de ser a lo que debe ser la seguridad social: proteger a los más desvalidos.Hasta 1980, la previsión social de los trabajadores chilenos era administrada por el Estado mediante los diversos regímenes previsionales existentes a esa fecha, el que se reflejaba en el funcionamiento de innumerables Cajas de Previsión y en el Servicio del Seguro Social (SSS). Este sistema estatal poseía un marcado carácter solidario, donde, de hecho, los trabajadores activos financiaban las jubilaciones del sector pasivo. Otro hecho importante también era el aporte estatal y patronal a la previsión, lo que permitía el financiamiento de las jubilaciones. En otras palabras, a pesar de todas las deficiencias que este sistema hubiera podido tener, correspondía a una real concepción de política de previsión social en beneficio de la tercera edad, de los jubilados. En efecto, este sistema parte el año 1924, con la creación de la Caja de Seguro Obligatorio (ley N° 4.054 del 8 de septiembre de 1924), el que contemplaba un seguro de vejez y servicios de medicina. Fue el primer país latinoamericano en tenerlo. Mismo año de la creación de la Caja de Previsión de Empleados Particulares. Al año siguientese crea la Caja de Previsión de Empleados Particulares y, hasta el año 1973, hubo más de 30 otras instituciones previsionales como también entidades cuyo objetivo eran las prestaciones médicas previsionales. Característica común de todas ellas era su rol solidario.Hoy en día, el Sistema Privado de Pensiones, materializado en el Sistema deAdministradoras de Fondos de Pensiones (SAFP) es una realidad en nuestro país, vigente ya por 40 años, y ha quedado en evidencia su total fracaso en lo referente a ser la solución en asegurar pensiones dignas a los trabajadores. Se debe resaltar que el actual sistema de AFP se implementó sin ninguna consulta a los directamente involucrados en él: los trabajadores dependientes, ni tampoco a otras instancias, que hubiera permitido quizás una mayor discusión al respecto. Es decir, correspondió a la práctica permanente de la dictadura en todo lo referente a los sectores más modestos del país. ¿Fue diseñado el modelo de las AFP realmente como un nuevo sistema previsional que generara los recursos necesarios para que los trabajadores, al momento de jubilarse, tuviesen una pensión digna que les pemitiera mantener un poder adquisitivo adecuado a sus necesidades básicas?. Sus cuarenta años de historia demuestran fehacientemente que no fue así. En efecto, hacia fines de los años 70 y principios de los 80, la economía mundial se encontraba en una profunda crisis, lo mismo en Chile, agudizada además por la enorme deuda externa que afectaba a la mayoría de los países, especialmente latinoamericanos. A ello se le debía sumar las medidas (terapia) de shock económicas impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI). La fuga de capitales provocó en esos años una fuerte profundización de la crisis en nuestro país.En ese contexto, el gobierno pinochetista buscaba palear la crisis con una serie de medidas, entre ellas el desprendimiento del rol estatal a diversas funciones económicas y sociales, como, por ejemplo, la previsión social. Por otro lado, en su concepción neoliberal-monetarista crea el Sistema de AFP, traspasando todo el peso de la previsión exclusivamente a los trabajadores (se termina el aporte estatal y el patronal). Los argumentos fueron variados: la crisis de las diversas cajas de empleados y del SSS, administradas por el Estado, la utópica eficiencia del nuevo sistema (debe recordarse que José Piñera -hermano del actual Presidente de la Chile) -, “padre” de éste sistema, lo comparó como un automóvil Mercedes Benz, al cual solo había que ponerle bencina). Pero más allá de los hipotéticos e infundados beneficios que las AFP les otorgaría a los pensionados, de lo que realmente se trataba era iniciar un inédito mercado de capitales, donde el gran empresariado chileno, posteriormente dueños de las AFP, obtendría incalculables recursos financieros, prácticamente a costo cero.El nuevo régimen previsional nace con un marcado carácter individualista, en el sentido de que cada trabajador es el responsable de su jubilación, dado que, para ello, debe cotizar obligatoriamente, en su «cuenta individual», un diez por ciento de su remuneración bruta más un adicional como comisión y seguro de vida, dependiendo su monto de cada AFP. Este sistema ha tenido el beneplácito de los empresarios y de algunos sectores sociales proclives al modelo neoliberal. Sus argumentos están dados por la aparente eficacia del sistema, lo que se reflejaría en un menor costo de éste, en la rentabilidad que originaría, en el abaratamiento de los costos empresariales al no haber aporte empresarial, etc. La realidad muestra otra cosa. En diciembre de 2006, el sistema contaba con 7.394.506 personas afiliadas.1 De ellos, cotizaban 3.784.1412, es decir, solo el 51,18 %, tendencia que se ha mantenido a lo largo del tiempo. En abril de 2021, de 11.198.887 de personas afiliadas a las AFP, los cotizantes en ellas, a dicho mes, ascendían sólo a 5.627.790 personas, es decir, un 50,25 % de los afiliados, prácticamente el mismo porcentaje de 2006. Es decir, la mitad de la fuerza laboral no cotiza, por ende, no podrá pensionarse. Este hecho se origina por varias causas: entre otros, la precarización del empleo, en el sentido del desaparecimiento del asalariado típico de hace algunos años (contrato de trabajo dependiente, fuente laboral estable, sindicalización masiva, mayor fiscalización de los entes laborales pertinentes, etc.), ha dado paso al trabajo temporal o independiente, al subempleo, al subcontratado, al retiro de la actividad laboral activa por despido, pérdida de trabajo o al trabajo intermitente, al llamado trabajo “por cuenta propia”, al matrimonio y a la maternidad en el caso de las mujeres, asociado a su discriminación, al empleo dentro del sector informal de la economía, etc., los que “explicarían”, en parte, esa diferencia entre el total de afiliados y el total de beneficiarios del sistema, adicionando a esto la falta total de una legislación al respecto, que pudiese proteger previsionalmentea estos sectores.De lo anterior se desprende que una parte importante de trabajadores no tienen previsión o no son beneficiarios de ella, con todo el problema social que esto representa. Este hecho demuestra el fracaso de la cobertura de las AFP. Por otra parte, tambien se expresa como una aberración del dogma neoliberal. Bajo la falacia de un mercado como “mecanismo inefable” para una economía equilibrada, el sistema de AFP contradice dicha situación. De hecho, éste se expresa como un Oligopolio absoluto, donde el cotizante no tiene posibilidad alguna de elegir dónde depositar sus ahorros previsionales. Obligatoriamente debe elegir una de las 6 AFP existentes, aunque todas arrojen pérdidas o rentabilidades negativas, no puede colocar su dinero en otros instrumentos de ahorro.En un mercado financiero “sano”, el ahorrante depositará su dinero en una instancia financiera, la cual, en la mayoría de los casos, debiese ofrecer una tasa positiva de rentabilidad a todo evento, por muy bajo que fuera. Si no le gusta, puede retirar libremente su dinero y depositarla en otra institución financiera. Entre los absurdos argumentos, que actualmente se señalan en la discusión, es que sequiere “nacionalizar” las cuentas de los cotizantes. Es dable pensar que, de los 11.198.887 de personas afiliadas a las AFP, la inmensa mayoría de ellos son chilenos. Se nacionaliza algo que está en manos de extranjeros, por lo mismo, es una falacia hablar de nacionalizar las cuentas de los cotizantes. Otra cosa es estatizar las AFP en el sentido que éstas, en cuanto a su propiedad, pasen a ser total o mayoritariamente propiedad del Estado, lo que no ha estado en la discusión ya que ese modelo de mercado está, como ya se ha señalado, fracasado. Tampoco se trata de “expropiarle”esos ahorros de los cotizantes. Debe señalarse que este modelo de “previsión social”reconoce, sólo en términos teóricos. a los depositantes como los dueños de sus cuentas. En la práctica y en los hechos, esos dineros, si bien contablemente no son de las AFP, ellas los manejan a su entera y total discreción y que el cotizante, sólo al pensionarse, puede hacer uso de una cuota proporcional (la pensión mensual) de acuerdo a las expectativas de vida y rentabilidad positiva o negativa del fondo, o según se establezca en una renta vitalicia. Se ha debido legislar reformas constitucionales para que los afiliados puedan retirar un 10 % de sus fondos.
Por lo mismo, una verdadera reforma previsional debe obligatoriamente considerar un carácter solidiario y contributivo, partiendo por el aporte tripartito: trabajador, empleador y Estado, en manos de una institución estatal, como, por ejemplo, el ya existente Instituto de Previsión Social (IPS), quien administra las cotizaciones de aquellos trabajadores que no se cambiaron al nuevo sistema y siguen cotizando en el antiguo. Este nuevo Sistema debe garantizar una vejez digna a los pensionados que, a lo menos, les asegure acceso a los bienes y servicios que les permita satisface sus necesidades básicas a este grupo etario, y no que financie a cero costo a los grandes conglomerados financieros que solo buscan lucrar con ello. Además, este sistema debe ser considerado como un Derecho inalienable de los trabajadores
1 http://www.safp.cl/inf_estadistica/index.html2 Idem.Superintendencia de Pensiones – Estadísticas Sistema de Pensiones, Afiliados/as (spensiones.cl